6 de diciembre de 2009

Noche de lobos.

Nevaba y el frío crecía,
Las huellas marcaban la nieve
Y eran cubiertas en el mismo momento
En el que mi pata las descubría.

La figura desaparecía en tanto movimiento blanco,
Humo del cielo que cae pesado.

En ves de lluvia nos regalo hielo blanco
Más bello y helado.

Era un ambiente solitario,
No había nadie.

Solo caminaba
Sin saber a donde iba
Ni donde llegaba.

Aullé a la noche
A la luna que no veía.

Quedo silencio,
Escuche una respuesta,
Mi asombro quedo descubierto.

Pensé que era el eco.

No era común contestar a lobos solitarios,
Carentes de manadas.

¿y si no era mi voz reflejada?

Levante mi cabeza
Y el llamado salio de mi garganta.

Traspaso oscuro manto.

Ahí estaba respondiendo de nuevo.

¿Quién sería?

Era obvia mi ignorancia,
Nunca antes una situación
Tan variada,
Peculiar
Y sorpresiva
Se me presentaba.

Le respondí el llamado
Y camine
Intentando Escucharle más cerca.

Pero apenas dado el paso
Ella estaba frente a mi sombra
Y la luna marcando su cuerpo gris
Quitaba la duda del sueño.

Era ella, la que contestaba mi aullido.
Era ella, quien se había tomado la modestia
De hablar conmigo.

Parados sin movernos mirándonos fijamente.

Nos quedamos en la nieve.

Hablar no era necesario
Miradas bastaban,
Para saber que al caminar esta noche
No sería solitario.

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