9 de diciembre de 2009

Veamos.

Veamos. Una persona que es buena, agradable, dulce, simpática, tímida, creativa y de talento para escribir no aparenta ser una mala persona. Y no está en mi juzgar que lo sea, aunque si una mala amiga en lo que a mí respecta. Hemos compartido algunos de los momentos más importantes de mi vida, es una pena que ella no piense lo mismo. Compartimos risas, llantos, diversiones, tardes completas con amigos, conversaciones locas sobre sótanos fiesteros, comido chocolate a reventar y cocinado papas fritas con un repasador. Sí, hemos hecho de todo. Una amistad hecha y derecha. Cada uno tenía sus cosas que fastidiaban al otro, pero las peleas se iban y quedaban en el olvido para ser reemplazadas por risas y buenos momentos. Eran buenos tiempos, hasta que se perdió una cosa crucial: el equilibrio y la manera de amar. Yo la ADORO, pero es duro convivir con alguien que se las pasa todo el día con su novio, escusandose con que pasamos tiempo juntos en el colegio, y después se pone a leer y hacer tareas en el mismo. Esa persona deja de prestarte atención, y responde mal cuando tratas de aclamar un poco. Es que, vamos, entiendo que esté enamorada, y lo respeto, me gusta que ella sea feliz. Por ello me comí el garrón de un año de ignorancia creciente, pero no puedo más. Es el colmo. Dejo de hablar, de intentar salir, de compartir siquiera una charla, una sonrisa, una maldita muestra de afecto. Como mi vida es perfecta y divina, con que ella decida desaparecer de la misma no me va a cambiar en nada no?. Y es que ella se dio cuenta de que para qué soportar las estupideces de un niño como yo, cuando ella es completamente feliz dedicando su vida entera a su adorado novio, entonces no va a malgastar tiempo en amigos. CLARO, ahora la entiendo, ¿para qué escuchar a un amigo, contenerlo, compartir un helado o una hamburguesa, si podes estar en una cómoda cama cojiendo con el amor de tu vida? ¿No hay comparación verdad? Lo que más lamento y más me duele es que no se haya dado cuenta de eso antes, antes de mentir con esas cosas de que me quiere y no sabe que haría sin mí y todas esas mentiras. BIEN, que todo se quede así, yo sigo con mi vida, y ella con la de ella. Supuestamente uno de sus miedos era quedarse sola, cumplir los 40 y darse cuenta que solo tenía un marido y las novelas de la tarde. Supuestamente ese era su miedo. Ahora veo que eso es lo que quiere y a lo que se empezó a dedicar hoy.
Y sabes qué? No te digo nada, no pienso reclamarte nada, porque si vos sos feliz, eso me basta. Todo el dolor me lo banco yo. Pero, de verdad, yo podría haber jurado ante cualquiera, antes de esto, que eras una gran amiga. ¿Cómo cambian las cosas por un chico no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario