16 de enero de 2010

Deja atrás la cama deshecha y las sábanas enredadas.
Cruza la calle con una sonrisa y saluda al semáforo, pobre, nunca nadie lo saluda.
Toma un taxi y le pide que lo lleven al fin del mundo.
O toma un colectivo y pide que le indiquen en qué parada está la felicidad.
Sino, simplemente camina, camina hasta llegar al horizonte y sigue caminando.
Camina con los pies y con las manos.
Sube abajo y baja arriba.
Vuela en el océano y nada entre las nubes.
Sueña despierto y duerme en sus sueños.
Lee la música y escucha sus libros.

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