Aunque estés sola en un castillo de impenetrables muros,
de hermosos jardines de rosas que te son prohibidos,
de gélidas estatuas de mármol que recuerdan más a la muerte que a la vida,
de criados obedientes y ningún amigo más que un tocador y un abanico de vestidos...
No te angusties princesa.
Algún día, no muy lejano, llegará cabalgando en un caballo blanco,
el príncipe de elegantes ropajes que siempre soñaste.
De mirada azul cielo y perlada sonrisa,
de cabellos de fuego y nariz afilada,
de orejas coloradas y pecas por doquier.
Te salvará de tu padre, un desquiciado de aquellos,
y escaparán de la torre en la que te hallas encerrada.
Se perderán en el horizonte, caerá la noche y nacerá otro día,
ya en su 'castillo' algo destartalado y su familia numerosa,
despertarás con un beso suyo, al tiempo que una lechuza golpetea la ventana.
Y despertarás del sueño en el que te hallabas encerrada.

William.