18 de julio de 2012

De la felicidad

A veces me pregunto, si la felicidad es tan inalcanzable, si es una utopía, un proyecto irrealizable. Si es así, ¿por qué la gente se gasta en querer alcanzarla?. Es más, ¿por qué hay que llegar a ella? Como si de un libro en el más alto estante se tratase, como si fuera la dirección a un lugar que no existe.

Además, tampoco hay una definición de la felicidad. Hay conjeturas, opiniones, de los más estudiosos filósofos y de los más mediocres también. Sin embargo, no existe un consenso, algo concreto. La ven todos como algo abstracto. Los Católicos decimos que la felicidad la gobierna Dios, que está en los Cielos. Ahora digo no, ¿por qué en el Cielo? Otra vez en un lugar inalcanzable, inmenso. Y para colmo, eterno.

¿Cómo se supone que los seres humanos podamos albergar la más mínima esperanza de ser felices si estamos todo el tiempo alejándonos de  eso que supuestamente buscamos? ¿Por qué nos complicamos tanto la vida?.

A mi me gustaría poder quedarme con una caricia, un beso, el abrazo de un amigo. El mensaje de texto que te felicita por haber aprobado un examen, de tu viejo (que vió cómo te esforzaste para eso) que dejó de trabajar para ver cómo te había ido. Me gustaría que todos pudieran ver esas cosas, pequeñas, y atribuyan a esos actos la Felicidad. No al Cielo, a la eternidad, adherido al concepto de utopía. No. Nada de proyectos, ideales, pensamientos. Existe en esto un misterio más allá de lo que pueda razonar cualquier mente humana. 


Felicidad es amor, y ser feliz es ser amado.

¿Es tan difícil?.

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